Decir adiós a la única persona que has querido, por la que darías la vida por ella, DUELE.
Duele demasiado.
Aún sabiendo que no queda otra, aún sabiendo que no te quiere y ya no le importas.
Duele...
Duele mucho...
Duele...
Simplemente duele...
Y no puedes hacer nada.
Porque ese dolor te consume cada vez que aflora a tu piel.
Aún sabiendo que es lo mejor para ti y para tu vida.
Duele...
Aún sabiendo que aunque des tu vida, ella no la daría, la sigues dando,
Y duele...
Aún sabiendo todo esto y mucho más.
Duele...
Porque todas estas razones razonables existentes no son suficientes ante esa minúscula parte de razones que te apoyan a no decir ADIÓS.
Pero vas a decir ADIÓS... y por eso, DUELE.
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