sábado, 22 de septiembre de 2012

Ejercito Negro.


- Así que hay un rey de Férenix -dice mi amiga, después de tomar un sorbo de agua.
- Eso es lo que dice el general, pero yo no le haría mucho caso.
- ¿Y si fueses tú? ¿Te imaginas? ¡Arturo Adragón, el rey de Férenix!
- No me tomes el pelo, Metáfora, que no tengo ganas de bromear. Mi padre todavia está en el hospital; ha estado a punto de morir; Sombra no se encuentra bien y la Fundación está demolida. No estoy yo para que me nombren rey. 
- Pero ¿qué harías si lo fueses? ¿Te dejarías coronar?
- Si me coronaran, ¿serías mi reina? -le pregunto.
- ¿Es una proposición de matrimonio?
- Es una improbable proposición para compartir un trono y un reino. ¡Te convertirías en reina de Férenix!
- La reina Metáfora! -exclama-. ¡Es alucinante!
- ¡Metáfora I! ¡La reina que ayudó a Arturo a convertirse en rey! -alardeo. Entraríamos en la historia.
Nos reímos durante un buen rato.
- Tendrías que buscar una esposa adecuada. Tu rango no te permitiría casarte con una plebeya.
- Yo me casaría contigo. Tú y yo somos iguales; recuerda que tenemos el cuerpo tatuado con las letras de Arquimaes.
- ¿Solo nos parecemos en lo de las letras?
- No. Tenemos muchas más cosas en común. Nuestro destino está unido. No sabría vivir sin ti.
- Me gusta lo que dices; me gusta mucho, Arturo.

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